Ahora que después de las fiestas pascuales a todo el mundo le entra prisa (y obsesión) por esa penitencia física conocida como la “operación bikini”, quiero hacerte caer en la tentación de los dulces.
Sin
duda, la bollería y repostería francesas son una de las mejores cosas
que se saben hacer en este país desde el que te escribo, pero no tienes
que preocuparte porque no va por ahí la cosa.
No
voy a minar tu fuerza de voluntad y mucho menos tus futuras vacaciones
en bañador, sino que voy a endulzarte los ojos. Ahora verás.
En la maravillosa tienda del Musée des Arts Décoratifs parisino se puede apreciar estos días una de las colecciones de bisutería de la marca francesa Belgazou, que obviamente también puedes adquirir.
Valérie
Lapourre, la creadora de la firma Belgazou, le puso el nombre en
homenaje a la hija de la famosa escritora Colette, cuya personalidad
frívola y extravagante le parecieron de lo más inspiradora. Así, y junto
a sus propias hijas, inventa y realiza las joyas en su propia casa,
como si fuese un taller en familia en una de esas tardes de domingo que
ocupar todos juntos. Nada más evocador, una firma que es
indiscutiblemente seria, pero cuyo espíritu es de lo más despreocupado y
campechano.
Con
unos 73 puntos de venta en Francia, y algunos más en el extranjero
(Japón, Italia, Alemania o Bélgica), esta empresa familiar tiene su base
en la tienda originaria (mezcla de tienda de antigüedades y tesoros
varios) en la ciudad de Rouen, al noroeste de París, y en ella puedes
encontrar todas sus creaciones, despliegue de imaginación en collares,
pulseras, colgantes, pendientes y anillos únicos.
La
diversidad de sus colecciones, sacando de su contexto los objetos
cotidianos, la hacen particularmente original, y con esta colección que
ves aquí bautizada como “Bijoux Gourmands” (joyas
golosas) le guiñan el ojo a toda esa presión social que pretende hacer
que tengamos el cuerpo perfecto. Pasteles, gominolas, caramelos, los
exquisitos y coloridos macarons y mil dulces más para dejarte llevar,
sin remordimientos.
Caer en la tentación, ya no es pecado.
Angelica Ferrer